El mundo de la telefonía es injusto y parece guiarse sobre todo por dos parámetros: precio y marca
LG está haciendo sus mejores móviles en años, pero aún así no consigue calar en una base de usuarios muy compleja
LG ha presentado su V30, su segundo gran teléfono para 2017, y lo tiene todo, todo, todo: una pantalla OLED de gran tamaño, pero en un cuerpo más pequeño de lo habitual gracias al formato sin casi bordes, buena batería, dos cámaras traseras más que decentes, el procesador más potente del momento, almacenamiento mínimo de 64GB (y ampliables), resistencia al agua y al polvo…
Vamos, todo lo que se le puede pedir a un teléfono que costará entre 700 y 800 euros en la era de los móviles que empiezan a costar 1.000. Sobre el papel, es un dignísimo competidor del Galaxy S8 y hasta el Note 8. Al fin y al cabo, salvo por tener una pantalla algo más pequeña, es prácticamente un clon de estos dispositivos. E incluso tiene algunas ventajas sobre estos móviles, como un más cómodo posicionamiento del lector de huellas dactilares.
Lástima que la compañía lo tenga tan crudo en nuestro mercado, hasta el punto de que casi se podría decir que es injusto que esto ocurra.
A nivel de marketing, no lo hacen mal. LG ha robado la estrella a Samsung en el IFA, aunque lo más preciso sería decir que han ocupado el hueco que han dejado. La gama Note solía ser la estrella de la feria tecnológica, pero Samsung ahora prefiere hacer las cosas más como Apple y anunciar sus dispositivos a su bola. Por ello, el V30 va a ser el teléfono del evento: porque no tiene una gran competencia.
No quisiéramos desprestigiar con este comentario al resto de compañías que van a presentar dispositivos, pero Sony lleva ya años a la zaga y, actualmente, se ha quedado atrás en diseño. Y Huawei, que con el Mate 10 seguramente hubiera ‘robado el show’, ha preferido anunciar su producto más adelante y a su bola, para ver si entra de una vez por toda en la gran liga de Apple y Samsung. Así que como gran teléfono, sólo está el V30 para hablar de él.
El problema es cuando hay que vender el cacharro en sí. A España, la gama V de LG siempre ha llegado con cuentagotas y a un precio que siempre hacía más atractiva a la competencia, que no ha experimentado tanto como estos teléfonos. Recordemos que la gran característica de los V10 y V20 era una pantalla secundaria para acceso rápido a notificaciones y aplicaciones. Era algo que muchos venían innecesario y que, viendo que el V30 no tiene esta característica, parece que hasta la propia casa ha terminado viéndolo así.
Así que por desgracia para LG, sus teléfonos no son tan conocidos. Y aunque la marca es un tótem en otros dispositivos, como las televisores, donde cada vez son más fuertes, en telefonía su nombre no cala lo mismo que Samsung, Apple o incluso Huawei, que se ha hecho con un renombre estos últimos años por sus teléfonos de gama media.
Es una situación complicada, pero no habrá sido por oportunidades. LG llegó antes que Samsung a esto de las pantallas infinitas y podría haberse hecho con un público si su G6 no hubiera costado 750 euros de lanzamiento o si hubiera sido más como este V30. Si el teléfono que anuncian casi en septiembre hubiera sido el lanzado en marzo, quizá las cosas hubieran cambiado un poquito.
Sin los precios bajos ni el prestigio de la marca (en móviles, insistimos), LG está en una situación casi crítica en cuanto a ventas, como Sony o HTC en estos últimos años, y necesita dar un giro por completo a su aproximación. Es una lástima que esto ocurra en el año en el que ha lanzado los que seguramente sean sus dos teléfonos más bonitos y mejor hechos.
Quizá haya esperanza con el LG Q6, un teléfono de gama media con un diseño conforme a la moda de las pantallas sin bordes que ha llegado en 2017. Aunque está más en la cuota de los 400 que de los 300 (barrera que domina Huawei), es un móvil sin competencia ahora mismo, no hay otros teléfonos de gama media con estas pantallas tan lucidas.